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jueves, 28 de noviembre de 2013

Sentimiento audio head

Este artilugio al estilo diadema consiguió en su día acrecentar muy notablemente la atención del individuo hacia la música, logrando introducirle en una especie de película mental que incluso le hacía soñar en estar formando parte del mismísimo grupo de grandes estrellas musicales que, a través de esas maravillosas esponjas, casi siempre conseguían metérsenos hasta las entrañas.

Un artilugio que, en vastas dimensiones, solían lucir asiduamente los DJ´s ochenteros de cualquier discoteca de la época mientras te reconcomía ese pequeño gusanillo por no poder planchar tus orejas entre esas esponjas con piel que recubrían por completo sus pabellones auditivos y que tan de moda se pusieron de nuevo desde principios de los años '10 del siglo XXI.
Un artilugio que en ciertos momentos consigue ahuyentarte gustosamente de los problemas cotidianos y en otros es capaz de absorberte en las profundidades del desánimo o la nostalgia. Eso es poderío ¡sí señor!, una simbiosis de heart & music que, sin ellos puestos a todo meter, difícilmente podrías lograr de otro modo y en tal proporción, a no ser que te vieses frente a un escenario de aquellos ´80 que tanto costaba alcanzar entre el público Heavy de la época, ese público que entonces sí solía dejar patente su gran compromiso ante citas de cualquier estilo de Metal que se pusiese por delante. 

Supongo que se entiende que entonces comenzaba a moverse el engranaje del Heavy Metal y había muy pocos grupos comparado a los que hoy en día te puedes encontrar por ahí, y los que había… eran de los grandes, muy grandes. Si llegabas al escenario… la simbiosis era total.

Hablamos de ese artilugio que machacaba nuestros tímpanos Metaleros con ritmos vertiginosos y ametralladores que hacían emerger (sí o sí) la pasión musical del melómano Heavy del auricular, e incluso lograba convertirse en tu compañero inseparable.
Magnífico artilugio que, cómo no, también homenajeamos en nuestro post por lo grandioso que fue convertirlo en otro de tapones de tamaño reducido sin la dichosa diadema, y con ese blandito centímetro de goma para introducirlo de lleno en el oído o incluso sin cable poco después. Ahora sí que se consigue una buena dosis de Metal por lo físico a través del tímpano sin menearte del sillón si es lo que eliges en vez de caminar.

Pueden dejarte como anonadado por la potencia y el huracán de calidad de audio que despiden esos “bichitos”.

Cierto es que los “bichitos” no tienen ningún poder sobrenatural, porque el único poder que tienen es tan natural como lo es un sentimiento cuando le das al `Play´. Vamos,  que los “bichitos” te llegan si sabes cómo utilizarlos; transmiten.
Entonces, pues me hago una pregunta: vistos los “apoteósicos rostros de sentimiento, pasión y naturalidad” que nos muestran algunos famosos cuando son difundidos por televisión con la mega-diadema de moda puesta sobre la testuz… ¿creéis que les suena algo por los altavocillos?

Cómo no, la citada diadema sonora rezuma el audio procedente de otro compañero, del cuál el artilugio en cuestión depende. Mr. Walkman


El Walkman

3 comentarios:

  1. Yo era de utilizarlo con aseiduidad e incluso en mis largas marchas de footing x la playita, aun así se te ha olvidado JJ comentar que dichas esponjitas iba cediendo y deteriorándose cada vez mas con el uso cotidiano. Tanto es así q al final se iba cayendo fragmentos y te ibas kedando con la oreja en carne viva. A pesar de todo era un excelente artilugio y la sensación que te daba era de auténtica traslación, te evadias completamente del entorno dándote una sensación de libertad con tu música preferida

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    1. Desde luego que sí, las esponjillas se quedaban en el chasis jajaja, el hierro se te clavaba en la oreja... y anda que no escocía cuando te lo despegabas después de 1 o 2 horas de escucha :)

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  2. En verano sobre tdo te la dejabas echa un cisco las orejas, aun asi el hecho de que pudieras ir a tdas partes con tu música preferida era algo ya alucinante. Te veías penya en el bus, a la salida del colegio, haciendo footing, en fin, fue el regalo estrella x esas navidades

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